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Aristophanes emocionó con un sobresaliente retrato de Don Bosco
Uruguay
El grupo de parodistas Aristophanes -formado para este Carnaval pero con una rica historia vinculada a la comunidad salesiana- fue una de las primeras grandes sorpresas del año.
Los parodistas debutantes plasmaron un vibrante trabajo en sus parodias, aunque la primera obra -"La vida de Don Bosco"- resultó especialmente valiosa y emotiva.
Es que en ella se pautan una serie de conceptos que fueron el motivo de la vida y obra pastoral del personaje referente de una de las comunidades religiosas más extendidas y numerosas en el mundo, al tiempo que las cualidades del protagonista también oficiaron como pretexto justo para deslizar una serie de valores sobre los que el grupo fundamentó su actuación, y apologetizó sin necesariamente recurrir a una prédica religiosa propiamente dicha.
Aristophanes demostró además cuán importante es el contenido de un repertorio, en un Carnaval donde los continentes y las formas tienden a sobreponerse en la búsqueda de una espectacularidad que, en ocasiones, deja las manos llenas pero el alma vacía.
Hubo belleza, sencillez, encanto y el tono justo para permitir al espectador involucrarse emotivamente mientras descubría una historia de vida jamás contada en Carnaval y que, según pudo verse entre los espectadores, resultó de mucho interés aún para quienes no necesariamente son creyentes.
El grupo mostró destaques impecables en materia de actuación. Sobresalieron Federico Pereira en el papel principal de la primera obra, mientras que Martín Perrone compuso con notable destaque el personaje de Jamal, quien opera como el disparador e hilo conductor de la segunda parodia, el filme indio "¿Quién quiere ser millonario?
Pero si bien es cierto que el trabajo de Aristophanes fue un empujón de ánimo, también es necesario reconocer algunos elementos de fácil mejoría de cara a su segundo pasaje por el Teatro de Verano.
En especial, y pese a una puesta en escena muy acertada que logró focalizar y ayudó a comprender las distintas unidades espaciales, temporales y de sentido que se emplean para la narración, también hay algunos momentos imprecisos en el remate de la segunda parodia.
Sin perjuicio de ello, la dirección de actores mostró disposición para pasar hábilmente desde los recurrentes quiebres de comedia -a los que recurre el texto con sutileza- hacia momentos más reflexivos y cargados dramáticamente. Dichos momentos fueron interpretados con justeza y sin las sobrecargas tan recurrentes en Carnaval.
El grupo dejó una sensación muy satisfactoria al finalizar el espectáculo, al tiempo que su primera parodia asoma como una de las posibles preferidas de esta temporada, aún cuando faltan por verse la totalidad de las restantes.